interesante saberlo.
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interesante saberlo.
EL CELO
• Las perras suelen tener el celo cada seis meses según las razas. Cada celo suele durar unas tres semanas, repartidas en entre las pérdidas de sangre y el período de monta.
• Las gatas suelen entrar en celo cada 2-3 semanas, y les dura sobre una semana. Todo este tiempo se dedican a maullar lastimeramente, a restregarse de forma empalagosa e incluso a intentar buscar un hueco para escapar fuera de la casa.
• Los perros y los gatos macho no entran en celo, sino que “huelen” las feromonas de las hembras en celo y las buscan activamente, sea cual sea la época del año, incluso a varios kilómetros a la redonda. Frecuentemente suelen estallar peleas entre machos cuando cerca hay una hembra en celo.
Durante el celo, tanto unas como otros pueden dejar de comer, se vuelven más irritables, más nerviosos, e incluso pueden llegar a volverse agresivos hacia la familia y los extraños, a causa de la ansiedad por aparearse.
Hay muchos propietarios que se resisten a castrar a sus animales, alegando múltiples excusas: que lo natural es que estén enteros, que evitar que tengan sus celos regularmente sería un trauma psicológico para los animales, que si se castran demasiado pronto dejan de crecer, o incluso que “es bueno para las hembras tener una o dos camadas antes de vaciarlas”.
La realidad es bien distinta: al castrar al animal le evitamos toda una lista de problemas y complicaciones, y el único trauma que van a tener que pasar es superar la anestesia de la operación.
BENEFICIOS DE CASTRAR A UNA HEMBRA (GATA O PERRA)
• Le evitamos tumores de ovarios y útero, porque los hemos quitado.
• Le evitamos tumores mamarios, sobre todo en hembras castradas antes del primer celo (menos del 1% de casos de tumores en perras castrados antes del primer celo, contra más del 50% en perras enteras de más de 5 años de edad), aunque si se castran más tarde también se reduce el riesgo considerablemente.
• En perras, evitamos el parto psicológico y sus complicaciones.
• En perras, evitamos el molesto manchado y autolamido que causa el celo.
• En gatas, evitamos las “serenatas” nocturnas y diurnas por sus constantes maullidos.
• Evitamos el abandono de camadas no deseadas.
• Le evitamos el estrés físico de embarazos y lactancias consecutivas, incluídas las posibles cesáreas y complicaciones postparto.
• Le evitamos las fluctuaciones de peso que ocurren durante el embarazo y lactancia, que dañan el cuerpo del animal.
• Evitamos que orine por la casa para marcar, durante el celo (poco frecuente en hembras).
• Le evitamos las infecciones de orina y de útero , que aprovechan el celo para entrar en el sistema urinario y reproductor.
• Evitamos el merodeo de machos alrededor de nuestra hembra, durante el celo, con las consecuentes peleas entre machos.
• Le evitamos el estrés que supone el celo, incluida la bajada de defensas y mayor sensibilidad a infecciones.
• En perras diabéticas , el celo y el estrés asociado provocan peligrosos e impredecibles picos de glucemia (azúcar en sangre), que hacen insuficientes las dosis habituales de insulina y provocan numerosas complicaciones de esta enfermedad. En estos casos, se castra por prescripción veterinaria.
• Le evitamos el nerviosismo y ansiedad causados por el celo, embarazo o lactancia.
• Estarán más tranquilos, ya que su cuerpo y carácter no tendrá que pasar por todos estos altibajos.
• Aumentaremos, por tanto, su esperanza de vida.
BENEFICIOS DE CASTRAR A UN MACHO (PERRO O GATO)
En síntesis, “menos testosterona, menos problemas”:
• Le evitamos tumores de testículos y pene.
• Evitamos el aumento de tamaño de la próstata en el perro (60% de casos en perros enteros de más de 5 años).
• Le evitamos la hernia perineal, ruptura de la pared abdominal posterior que viene causada, la mayoría de las veces, por el aumento del tamaño de la próstata.
• Le evitamos tumores e infecciones de próstata.
• Evitamos las lesiones del pene e infecciones urinarias que causa la monta “inapropiada” de cojines, muebles, muñecos, e incluso de piernas de visitas sorprendidas.
• Evitamos el marcaje con orina y las agresiones a otros machos para defender el territorio.
• Evitamos la mayoría (90%) de escapadas, vagabundeos y atropellos mortales .
• Le evitamos el estrés que supone la búsqueda de la hembra, incluida la bajada de defensas y mayor sensibilidad a infecciones.
• Evitamos que deje de comer o que coma demasiado, por el estrés.
• Estarán más tranquilos, ya que su cuerpo y carácter no tendrá que pasar por todos estos altibajos.
• Aumentaremos, por tanto, su esperanza de vida.
LAS “LEYENDAS URBANAS” SOBRE LA CASTRACIÓN
• “Es bueno para la perra/gata criar al menos una vez antes de operarla”.
FALSO. Los animales no tienen ese componente psicológico que tienen las personas: una perra no “desea ser madre”; simplemente, cuando le toca tener el celo lo tiene, se deja cubrir, tiene cachorros, y ya está. Cuando los tiene, la conducta maternal depende de las hormonas de la lactación y de su instinto.
Es un tema de ciclos hormonales, nada más. Por tanto, no le vamos a crear un trauma impidiéndole tener cachorros.
• “Si se operan demasiado pronto no acaban de crecer bien”.
FALSO. Está demostrado científicamente que el crecimiento físico y comportamental es igual en un gato operado a los 2 meses que a los 7 meses, excepto el crecimiento de ciertas partes del cuerpo que impulsan las hormonas sexuales.
• “Al castrarlos cambian de comportamiento”.
FALSO. No es que el perro/gato cambie su forma de ser, sino que, evidentemente, le ahorramos todo ese estrés asociado al celo o a la búsqueda de la hembra. Por tanto, el animal estará más tranquilo, sociable, cariñoso y estable de lo que estaba antes.
• “Al castrarlos se engordan”.
FALSO, pero matizando. Al castrar, el animal se queda más tranquilo, menos nervioso, por tanto deja de gastar una porción de calorías de las que gastaba antes: estas calorías son las que, si no controlamos su alimentación, van a engordarlo.
Entonces, si se controla lo que come, tanto en cantidad como en calidad (evitando grasas y picoteo entre horas), el animal castrado no tiene porqué engordar.
Fuentes
• Las perras suelen tener el celo cada seis meses según las razas. Cada celo suele durar unas tres semanas, repartidas en entre las pérdidas de sangre y el período de monta.
• Las gatas suelen entrar en celo cada 2-3 semanas, y les dura sobre una semana. Todo este tiempo se dedican a maullar lastimeramente, a restregarse de forma empalagosa e incluso a intentar buscar un hueco para escapar fuera de la casa.
• Los perros y los gatos macho no entran en celo, sino que “huelen” las feromonas de las hembras en celo y las buscan activamente, sea cual sea la época del año, incluso a varios kilómetros a la redonda. Frecuentemente suelen estallar peleas entre machos cuando cerca hay una hembra en celo.
Durante el celo, tanto unas como otros pueden dejar de comer, se vuelven más irritables, más nerviosos, e incluso pueden llegar a volverse agresivos hacia la familia y los extraños, a causa de la ansiedad por aparearse.
Hay muchos propietarios que se resisten a castrar a sus animales, alegando múltiples excusas: que lo natural es que estén enteros, que evitar que tengan sus celos regularmente sería un trauma psicológico para los animales, que si se castran demasiado pronto dejan de crecer, o incluso que “es bueno para las hembras tener una o dos camadas antes de vaciarlas”.
La realidad es bien distinta: al castrar al animal le evitamos toda una lista de problemas y complicaciones, y el único trauma que van a tener que pasar es superar la anestesia de la operación.
BENEFICIOS DE CASTRAR A UNA HEMBRA (GATA O PERRA)
• Le evitamos tumores de ovarios y útero, porque los hemos quitado.
• Le evitamos tumores mamarios, sobre todo en hembras castradas antes del primer celo (menos del 1% de casos de tumores en perras castrados antes del primer celo, contra más del 50% en perras enteras de más de 5 años de edad), aunque si se castran más tarde también se reduce el riesgo considerablemente.
• En perras, evitamos el parto psicológico y sus complicaciones.
• En perras, evitamos el molesto manchado y autolamido que causa el celo.
• En gatas, evitamos las “serenatas” nocturnas y diurnas por sus constantes maullidos.
• Evitamos el abandono de camadas no deseadas.
• Le evitamos el estrés físico de embarazos y lactancias consecutivas, incluídas las posibles cesáreas y complicaciones postparto.
• Le evitamos las fluctuaciones de peso que ocurren durante el embarazo y lactancia, que dañan el cuerpo del animal.
• Evitamos que orine por la casa para marcar, durante el celo (poco frecuente en hembras).
• Le evitamos las infecciones de orina y de útero , que aprovechan el celo para entrar en el sistema urinario y reproductor.
• Evitamos el merodeo de machos alrededor de nuestra hembra, durante el celo, con las consecuentes peleas entre machos.
• Le evitamos el estrés que supone el celo, incluida la bajada de defensas y mayor sensibilidad a infecciones.
• En perras diabéticas , el celo y el estrés asociado provocan peligrosos e impredecibles picos de glucemia (azúcar en sangre), que hacen insuficientes las dosis habituales de insulina y provocan numerosas complicaciones de esta enfermedad. En estos casos, se castra por prescripción veterinaria.
• Le evitamos el nerviosismo y ansiedad causados por el celo, embarazo o lactancia.
• Estarán más tranquilos, ya que su cuerpo y carácter no tendrá que pasar por todos estos altibajos.
• Aumentaremos, por tanto, su esperanza de vida.
BENEFICIOS DE CASTRAR A UN MACHO (PERRO O GATO)
En síntesis, “menos testosterona, menos problemas”:
• Le evitamos tumores de testículos y pene.
• Evitamos el aumento de tamaño de la próstata en el perro (60% de casos en perros enteros de más de 5 años).
• Le evitamos la hernia perineal, ruptura de la pared abdominal posterior que viene causada, la mayoría de las veces, por el aumento del tamaño de la próstata.
• Le evitamos tumores e infecciones de próstata.
• Evitamos las lesiones del pene e infecciones urinarias que causa la monta “inapropiada” de cojines, muebles, muñecos, e incluso de piernas de visitas sorprendidas.
• Evitamos el marcaje con orina y las agresiones a otros machos para defender el territorio.
• Evitamos la mayoría (90%) de escapadas, vagabundeos y atropellos mortales .
• Le evitamos el estrés que supone la búsqueda de la hembra, incluida la bajada de defensas y mayor sensibilidad a infecciones.
• Evitamos que deje de comer o que coma demasiado, por el estrés.
• Estarán más tranquilos, ya que su cuerpo y carácter no tendrá que pasar por todos estos altibajos.
• Aumentaremos, por tanto, su esperanza de vida.
LAS “LEYENDAS URBANAS” SOBRE LA CASTRACIÓN
• “Es bueno para la perra/gata criar al menos una vez antes de operarla”.
FALSO. Los animales no tienen ese componente psicológico que tienen las personas: una perra no “desea ser madre”; simplemente, cuando le toca tener el celo lo tiene, se deja cubrir, tiene cachorros, y ya está. Cuando los tiene, la conducta maternal depende de las hormonas de la lactación y de su instinto.
Es un tema de ciclos hormonales, nada más. Por tanto, no le vamos a crear un trauma impidiéndole tener cachorros.
• “Si se operan demasiado pronto no acaban de crecer bien”.
FALSO. Está demostrado científicamente que el crecimiento físico y comportamental es igual en un gato operado a los 2 meses que a los 7 meses, excepto el crecimiento de ciertas partes del cuerpo que impulsan las hormonas sexuales.
• “Al castrarlos cambian de comportamiento”.
FALSO. No es que el perro/gato cambie su forma de ser, sino que, evidentemente, le ahorramos todo ese estrés asociado al celo o a la búsqueda de la hembra. Por tanto, el animal estará más tranquilo, sociable, cariñoso y estable de lo que estaba antes.
• “Al castrarlos se engordan”.
FALSO, pero matizando. Al castrar, el animal se queda más tranquilo, menos nervioso, por tanto deja de gastar una porción de calorías de las que gastaba antes: estas calorías son las que, si no controlamos su alimentación, van a engordarlo.
Entonces, si se controla lo que come, tanto en cantidad como en calidad (evitando grasas y picoteo entre horas), el animal castrado no tiene porqué engordar.
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